La gestión del tiempo es, sin duda, otro de los elementos esenciales en la
buena gestión del centro. Éste viene condicionado por la normativa en relación
a horarios de los centros y la jornada laboral de los docentes. Pero aún dentro
de este marco las direcciones de los centros cuentan con un margen de maniobra
determinado para primar determinadas actuaciones. La normativa reciente, LOE-LOMCE y los desarrollos de las mismas
en el contexto de austeridad en que vivimos, se han ocupado, por un lado, de
ampliar en este asunto la autonomía de los centros al permitir, en base a la
posible especialización curricular, la ampliación de horarios para impartir
determinadas materias. Pero, por otro lado, la ampliación de los tiempos
lectivos a los docentes para reducir costes de personal ha ido en detrimento de
la dedicación horaria a la coordinación, la orientación y la atención a alumnos
y familias .
Las decisiones que tanto la Administración como las direcciones de los
centros adopten respecto a los tiempos define modelos diferentes de enseñanza.
Así el incremento de tiempos lectivos en el horario del profesorado supone
optar por un modelo de enseñanza tradicional puramente academicista que
considera que la enseñanza se puede reducir a mera instrucción, restando valor
a aspectos metodológicos o incluso a la orientación del alumnado. Es evidente
que un modelo concreto de educación se concreta en tiempos que se adecuan en
mayor o menor medida a los fines que persiguen, en momentos de dedicación mayor
o menor a ciertas actividades, y en la organización de unos horarios que
privilegian momentos de más calidad sobre otros. El cronograma de un centro, el horario real
de los agentes educativos y el horario de los alumnos, desvela un estilo de
enseñanza y un modelo de centro determinado, pese a que sus currículos o
documentos programáticos digan otra cosa. Así por ejemplo, un centro que se
jacta de anunciar la importancia que se da a la colaboración de las familias,
queda en evidencia cuando al diseñar horarios de profesores apenas concede
espacios a éstos para llevar a cabo dicha tarea o cuando en su calendario de
reuniones de padres sólo prevé un encuentro de familias por grupo al inicio del
curso. Los horarios, los tiempos dedicados a aquello que se dice importante,
facilitan o dificultan que determinados objetivos prioritarios puedan lograrse.
Valgan ciertas consideraciones en relación al calendario del curso, al
horario del alumnado y al horario del profesorado para analizar aunque sea de
modo general la importancia que la gestión del tiempo.
El curso escolar: La planificación del mismo
previendo momentos para conocer los alumnos, planificar, evaluar, llevar a cabo
planes concretos de actuación , organizar jornadas culturales, de orientación o
de puertas abiertas, etc. dicen mucho de nuestro propio proyecto de dirección.
La no previsión, la improvisación o la falta ausencia de tiempos de calidad
para lo importante abocan al fracaso nuestras mejores intenciones.
El horario de los profesores. Dentro
del horario del profesorado, cabe
distinguir:
q Labores vinculadas
directamente al proceso educativo del alumnado: planificación de la enseñanza y
organización de los recursos, atención directa al alumnado en la docencia, atención a al alumnado fuera del
aula, la evaluación, las tutorías, la orientación, las guardias, los recreos,
etc.
q Labores
de formación y desarrollo profesional: coordinaciones del trabajo dentro del
propio centro, coordinación y formación fuera del mismo a través de cursos,
seminarios, intercambios de experiencia, ...
q Tareas de
investigación curricular: búsqueda, actualización y elaboración de materiales
curriculares y recursos didácticos.
q Labores
en relación al entorno escolar: atención al entorno familiar del alumnado y
conocimiento de su entrono sociocultural.
q Labores
de participación y gestión dentro de los órganos colegiados , coordinación de
equipos, etc.
Deben contemplarse en el horario del profesorado estos momentos diversos
de la actuación docente, que varían según niveles y cargos. Los ajustes de
horarios que cargan en exceso las horas de atención directa al alumnado priman
modelos de enseñanza anacrónicos, generan un estrés excesivo en el profesorado
que perjudica incluso la calidad de la enseñanza olvidando tareas necesarias
como son la coordinación entre docentes, la formación o la atención personal a
alumnos y familias. La falta de miras de administradores políticos o de equipos
directivos en la configuración de horarios del profesorado puede frustrar la
acción de excelentes profesionales. Por otra parte, el reparto desigual de
tareas que ignora la complejidad de unas sobre otras puede, la falta de
consideración a los profesionales más competentes y trabajadores, pueden ser
igualmente un lastre que acabe minando la moral de éstos.
La planificación del trabajo de los docentes en el marco de un proyecto
educativo y de un proyecto de dirección determinado es, pues, una tarea
compleja que debe atender a todos estos aspectos en razón del modelo de
enseñanza acordado y de los objetivos y prioridades previstos para un curso
escolar.
Finalmente quiero dedicar unas líneas al horario del alumnado.
Éste debe configurarse en la medida de lo posible atendiendo a la
conjunción entre curva de atención y rendimiento más el índice de fatigabilidad de
las asignaturas. Los estudios demuestran que las primeras horas van en una
progresión hacia las de máximo
rendimiento, segunda sesión, para luego decaer
progresivamente en la tercera donde se pueden abordar tareas de
dificultad media. El resto de tiempos, incluida la tarde, debe dedicarse a
tareas poco fatigantes. Estas consideraciones resultan casi inaplicables en
secundaria donde la organización de las materias es tan compleja. Tendrán que
ser los docentes, dentro de su programación de aula, los que tengan que tener
en cuenta el momento del día en que se imparte su materia.
Además de los horarios estrictamente
lectivos, en un centro que aspire a una enseñanza de calidad, se deben prever
espacios y tiempos para actividades extraescolares que cumplen funciones
esenciales en el desarrollo de los alumnos relacionadas con los apoyos
educativos, la recreación, la socialización, el desarrollo físico y cultural en
general. De modo progresivo las administraciones comienzan a ser sensibles a estos tiempos de calidad que precisan los
alumnos, especialmente aquellos que no cuentan con recursos para cubrir este tipo de formación complementaria por su cuenta.